Mi amigo -llamémosle K, por preservar su intimidad, aunque creo que todos sabéis quién es-, decía que aquello era una basura, que la juventud india que representaba el film no existía en realidad. Yo le decía que sí, que claro que la había, sólo que entre los millones de indios miserables que copan las calles, su visibilidad es, cuanto menos, dificultosa. Las imágenes eran bellas, los paisajes limpios, los actores guapos, las ropas de marca, los arrumacos constantes. Es otra India. Una India minoritaria, por supuesto. Y además, se trata de una película. ¿O es que Hollywood no hace lo mismo? ¿No nos bombardea con cuerpos 10 cuando por todos es bien sabido que los americanos sufren de obesidad en un gran tanto por ciento? ¿No nos meten con calzador finales felices cuando todos sabemos que la historia fuera del celuloide hubiera sido muy diferente? Pues eso: que Bollywood también tiene derecho a inventar realidades paralelas o a potenciar -que yo creo que realmente es lo que estaba haciendo- los valores de una pequeña, aunque no por eso menos importante, franja de la población del país.
Lo que yo creo que le pasa a K es que está en crisis. Le ha dado un bajón y los bajones en Delhi no son buenos. Si se está bajo de moral, aquí todo duele. Duelen los mendigos, los niños de la calle, el conductor del ciclo-rickshaw dejándose el aliento a cada pedaleada, los leprosos, las bombas que matan inocentes, las violaciones a niñas cristianas en el este. A mi también me ha pasado en otros momentos. Lo que normalmente no te afecta -por costumbre y supervivencia-, un día te levantas y vuelve a afectarte. K está en este momento -sensible- y culpa a la clase alta de la India. Le joden los pijos indios. A mi no me joden más que los de muchos otros lugares del mundo.
El clasismo es uno de las mayores males del presente -y del pasado y del futuro-. Y no conoce de países ni de edades. En India quizás es más visible, pero no está más presente.
(Echaré de menos a K y a sus bajones. Se va hoy para el sur a hacer un curso de yoga. Yo me quedo en Delhi, a ver si con su marcha a mi también me baja el ánimo y vuelvo a llorar cuando un niño me sirva la comida).
No hay comentarios:
Publicar un comentario