martes, 2 de diciembre de 2008

Crónica desde Tailandia

Mientras en España se le sigue sacando punta a Aguirre, sus desafortunados calcetines y sus zapatos de tacón que tuvieron que atravesar enormes charcos de sangre, en el mundo siguen sucediendo cosas. Bangkok, sin ir más lejos –la otra mitad de esos telenoticias a los que os tienen tan acostumbrados-. Con el tema de Mumbai y los zapatos de Aguirre cada vez más desgastados, los medios de comunicación tienen que focalizar en algo. Y Tailandia es el blanco perfecto.

Sé lo que se dice en España porque leo la prensa on-line cada día. De lo contrario, jamás hubiera dicho que me encuentro en un país sumido en una intensa crisis política. En Chiang Mai, el día a día transcurre sin problemas: no hay alarma, ni nerviosismo, ni miedo –más allá del que tienen los que viven del turismo a que la situación repercuta negativamente en la temporada que ahora se inicia-. Lo máximo que se ha visto son discretas manifestaciones de vehículos con banderas rojas –los rojos apoyan al PPP, el partido en el gobierno, mientras que los amarillos dan su soporte al APD-, en respuesta a las mareas amarillas de Bangkok. El norte del país es rojo –por algo el máximo dirigente del país se ha refugiado aquí- y quieren que se note. Y se nota, aunque de un modo relativo. Es mil veces peor pisar las Ramblas ante una vistoria del Barça, que pasear por Chiang Mai con la mega crisis política que nos están intentando vender. A ver, la crisis existe –no me malinterpretéis- pero no es ni la mitad de la mitad de la mitad de grave de lo que se transmite en el exterior. O, como mínimo, no es peligrosa para la integridad física de los que estamos aquí. Centrémonos –y esto va por todos aquellos que me habéis enviado mensajes alarmados-: si el gobierno español está repatriando gente es sólo para facilitar la vuelta a casa de los que ya llevaban días atrapados aquí, no por que los españoles en Tailandia corramos ningún tipo de peligro.

El máximo riesgo que me azecha es el de los polis. Sí, oís bien. Desde que el gobierno tailandés decidiera pagar 2.000 bahts –unos 48 euros al cambio- por día y por persona a todos aquellos turistas que por los bloqueos de los aeropuertos no pudieran regresar a su país, los policias se han puesto chulos. De algún modo se tiene que hacer frente a toda esa fuga de dinero estatal y han decidido que la mejor manera es incrementar el número de multas. De manera que, de un tiempo a esta parte, circular sin casco, algo del todo apropiado en este país, ha dejado de serlo. Los controles policiales son muchos e infalibles –ni siquiera el recurrente chantaje de estas tierras funciona ya-. Ayer, con Sebastian, salíamos de pagar una multa en la comisaría y tras cinco minutos en moto nos volvieron a multar. De chiste.

Así está el país. Hoy, el Tribunal Constitucional ha ordenado la disolución del PPP por un fraude electoral cometido en 2007 –a buenas horas mangas verdes-, ya que el hasta hoy primer minisitro tailandés era el cuñado del que fuera destituído en 2006 por el famoso golpe de estado. Los amarillos, siempre habían considerado a Somchai la continuación del obsoleto gobierno de Thaksin y hoy el Constitucional les ha dado la razón. El viceprimer ministro asume la jefatura de estado hasta el próximo 8 de diciembre, fecha para la que se han convocado elecciones dentro de la coalición que gobierna el país para elegir a un primer ministro.

Hasta lo que yo sé, los aeropuertos siguen bloqueados. Y ahora son los rojos lo que amenazan con liarla... Mientras tanto, el único que podría apaciguar los ánimos, el queridísimo y respetadísimo rey, sigue sin hacer declaraciones. El día 5 es su cumpleaños. Ambos bandos respetarán ese día. Lo que suceda después, nadie lo sabe.