lunes, 19 de octubre de 2009

Kuala Lumpur: entre dos aguas

Varios adioses en el puerto. Una única maleta de 10 kilos. Mickey que se viene conmigo. Siete horas en ferry. Suratthani. Dos autobuses rotos por el camino. Hat Yai. Veinticinco horas en total -noche, día, noche-. Y, finalmente, entre las sombras, Kuala Lumpur: mágica, arrolladora, contundente. Como siempre. Como ya lo era la primera vez. Las Petronas, de nuevo. Starbucks. Menara Tower. El monorail. Equator GH -mi fotografía sigue coronando la pared-. Cervezas con Haydi. Palomitas en un cine -por primera vez en diez meses-. Comida india en la calle. Shopping en Times Square.

Kuala Lumpur. Esa ciudad que ya me intrigara desde que se la oyera pronunciar a la presentadora de Nosólomúsica de aquel modo tan sensual. Esa ciudad a la que vuelvo sin remedio una y otra vez. Esa ciudad en la que algún día viviré.

Kuala Lumpur. La primera escala de mi largo viaje de vuelta a Barcelona. Un mundo casi occidental pero todavía en Asia. Mi limbo particular. Mi refugio. Mi último adiós. Mi casi hola.

En veintiocho horas -¡veintiocho!-, Madrid.