miércoles, 15 de octubre de 2008

De aqui al campo...

Apuro mis últimas horas en Chiang Mai entre conocidos y espontáneos. Es la vida del viajero que viaja por segunda vez a un mismo sitio. Cuando ha estado el tiempo suficiente y ha interactuado con la gente, los demás lo recuerdan. No sólo fue Tim de mi Guest House, también la tailandesa del Fish’n Chips Shop, lugar que yo frecuentaba para comer masaman curry, y todo el stuff del Baiporn, donde pasé muchísimas horas entre gnochis, helados de chocolate y expressos -y cuyos empleados salieron ayer de la cocina en comitiva entre contentos y extrañados de que yo estuviera allí de nuevo, tanto tiempo después-. Y luego están los catalanes, Ramón y Nuria, una pareja que lleva cinco años afincada en esta ciudad y con la que compartí muchas sobremesas un año atrás. Ayer los contacté, sonreímos ante el reencuentro y compartimos una más.

Apuro mis últimas horas en Chiang Mai antes de tomar el autobús que me llevará a Mae Sariang, desde donde mañana por la mañana accederé al campo de refugiados. Nos vemos -leemos- en unos días. Take care!

Masaje a ciegas


Hacía mucho que lo tenía pendiente. Desde hace un año, desde que Matt y Felicity me hablaran de las manos de Nut, un tailandés ciego que tiene un centro de masaje en Chiang Mai. Y Nut sólo contrata a ciegos. Es su especialidad: masajes dados por las manos expertas de alguien que no ve. Y por todos es bien sabido que los ciegos desarrollan hasta el extremo el resto de sus sentidos. Y el tacto, como no.

Nut estaba ocupadísimo, así que he decidido que me cogiera otra chica. Han sido dos horas de masaje -sí, dos, y por sólo 5 euros- espectaculares. Lo he pasado mal, he sufrido, he mordido la almohada en ocasiones y he retorcido los dedos de los pies como si así fuera a paliar en algo el dolor. Pero ha sido espectacular. La chica me tocaba puntos que yo ni siquiera sabía que existieran, rastreaba con sus manos mi cuerpo y sabía exactamente donde apretar. Ahora me siento más ligera. Me ha recolocado el esqueleto. Estoy nueva.

Supattra Traditional, se llama el sitio. Para los que planeéis una escapadita a Chiang Mai.

(Por cierto, el OK del periódico que esperaba llegó ayer, así que podría decirse que mi viaje a Chiang Mai ha sido en balde. O no, el masaje lo justifica en parte. De todos modos, en dos días entro en el campo de refugiados. Me ha costado alguna pelea telefónica en ingles dificultoso -por ambas partes-, pero lo he conseguido. La cuestión es que como se suponía que entraba ayer con la otra Olga, nos habían hecho un pase compartico y ahora les estresaba tener que hacer otro. Pero al final, fotocopia del de Olga y arreando. El viernes estaré allí).