jueves, 11 de marzo de 2010

Lista sin ánimo de decisión

A todos nos han recomendado alguna vez hacer listas de pros y contras cuando debemos tomar alguna determinación. Yo ahora no debo decidir nada (la vida lo ha hecho por mí en esta ocasión). Me quedo en Barcelona. Al menos de momento. Y, sin embargo, mi curiosidad innata se empecina en saber cómo sería mi lista actual.

What I miss…

- La libertad elevada al máximo exponente (o, lo que es lo mismo, hacer lo que me de la real gana en todo momento).
- Tomar café en un aeropuerto mientras leo y miro de reojo los letreritos de próximos vuelos soñando que los cojo todos.
- Aprender a saludar y decir gracias en el idioma de cada país.
- Comer, comer, comer. Probar la gastronomía local.
- Hablar en inglés.
- Todos y cada uno de los colchones en los que he dormido.
- El mar turquesa.
- Conocer gente de todos los rincones del mundo.
- El Café Corner.
- No depender del teléfono móvil.
- Sentarme a tomar té con un local mientras intento entender lo que me cuenta.
- Aprender de otras culturas.
- ¡El calor!
- Subirme a un rickshaw y ser testigo privilegiado del caos.
- La incertidumbre, el qué será, los puntos suspensivos, la sorpresa constante…
- Ir descalza.
- Mis nuevos-viejos amigos.
- Regatear y simular que estoy muy muy muy ofendida por el precio hasta que me persigan y me lo bajen.
- Emocionarme ante el Taj Mahal, el Golden Temple, las Petronas, el Himalaya, el Mekong, un tiburón ballena…
- Los 7 Eleven y sus cochinadas.
- Darlo todo por un hombre y que él lo de todo por mí (al estar de paso no hay riesgo de compromiso y al no haber riesgo de compromiso no hay miedo).
- Las fiestas por todo (bienvenidas, despedidas, cumpleaños, porque sí).
- Bucear (¡Y que encima me paguen!).
- La beer o'clock al acabar la jornada.
- Mi moreno permanente.
- La ilusión con la que esperaba el desayuno por las mañanas.
- La soledad buena.
- Los bungalows, sus maravillosos porches y las imprescindibles hamacas.
- Los contratiempos que te llevan a crecer, a avanzar, a conocer tus límites.
- Una singha frente al mar.
- Aprender historia sin apenas darme cuenta.
- El campo de refugiados.
- Sentir que por el simple hecho de estar, ya estoy aprovechando el tiempo.
- Mi casa en Koh Tao.
- Vivir sola, despertar con el sonido de la jungla como telón de fondo, la luz entrando por la ventana y arrancándome del sueño cual ladrón.
- Las lluvias torrenciales cuando estoy a cubierto.
- El Muay Thai.
- Ponerme a prueba cada día.
- Comer por dos euros.
- Los atardeceres de postal.
- Ir vestida siempre con shorts y camiseta.
- Que a nadie le importe tu aspecto.
- Fumarme un cigarrillo en la cubierta de un barco.
- Estar rodeada de gente feliz.
- Sentirme VIVA.

What I don’t…

- Estar siempre de paso.
- La comida de los aviones.
- No poder leer los libros que quiero en castellano.
- Estar lejos de mi gente.
- Los viajes en autobús de veintisiete horas.
- Los mosquitos, cucarachas, arañas y demás fauna con la que compartía piso.
- Llevar la mochila siempre a cuestas.
- Los visa-run cada tres meses.
- Cargar tanques de tierra al barco y del barco a tierra (¡Menudos biceps se me estaban poniendo!)
- Estar ingresada en un hospital de Bangkok en la más completa soledad.
- Que diluviara cuando iba con moto (sin casco, sin ver nada, esquivando baches y calles completamente enfangadas).
- Necesitar hablar en castellano y no poder hacerlo.
- Levantarme a las cinco de la mañana.
- No tener bañera, sólo ducha, y normalmente de agua fría.
- La corrupción.
-Los apagones de luz durante semanas.
- Vivir en una isla en la que no te puedes ni tirar un pedo sin que todo dios se entere.
- La soledad mala.
- Las cagarrinas en India.
- Pasarme la vida diciendo hola y adiós, sin que apenas nadie permanezca.
- Al chino cabrón que me lo robó todo en Filipinas.
- Los besos, los abrazos, los “te quiero” que no son de verdad.
- La pereza que me abordó en Koh Tao.
- Ducharme, salir a la calle y volver a sudar.
- No tener cultura (cines, teatros, conciertos) a mano.
- Que con los locales se me acabara la conversación en cinco minutos.
- Ver a mis padres una vez cada dos años.
- No poder tener una rutina de gimnasio.
- No tener vino rico ni jamoncito serrano.
- Que un tío te haga una putada y no puedas llamar a tu mejor amiga para contárselo.
- La falta de motivaciones intelectuales.
- La misma música en el mp3 durante más de un año (al final, hubiera matado a Sabina).
- Tener ganas de llorar y no poder hacerlo porque tienes que solucionar el lío en el que te has metido.
- Que te arregle la infección en la pierna un matasanos.
- Quedarme tirada en medio de Borneo, de noche y sin que nadie supiera decirme a qué hora iba a pasar el siguiente autobús.
- Ser siempre una forastera, no importa cuánto tiempo lleves allí instalada.
- Sentirme un dólar con patas.