Llegamos anteayer a las seis de la tarde, hora local. Aterrizamos en un aeropuerto de juguete en Lungi, al otro lado del río que lo separa de la capital. Lo primero en lo que uno repara es en la humedad que flota en el ambiente; lo segundo, en el take it easy del proceder africano que te entretiene más de lo que el sentido común aconseja sin motivo ni razón. Luego, el coche llega. Y con él las tres horas de carretera imposible -pero rabiosamente bella- que nos separan del hospital. Baches, charcos y polvo en medio de la oscuridad. Y es que en Sierra Leone no hay electricidad -sólo en Freetown y en las casas de algunos privilegiados que tienen generadores propios-. La luz tenue de la luna deja intuir los contornos de los cocoteros mientras que el resplandor de las hogueras nos permite ver un poco más allá. Las llamas iluminan las caras de familias enteras reunidas alrededor. Y en algún punto entre la mirada de un niño y el silencio ensordecedor de la sabana, decido que África me gusta. Sin más.
domingo, 10 de octubre de 2010
Primeras impresiones
Llegamos anteayer a las seis de la tarde, hora local. Aterrizamos en un aeropuerto de juguete en Lungi, al otro lado del río que lo separa de la capital. Lo primero en lo que uno repara es en la humedad que flota en el ambiente; lo segundo, en el take it easy del proceder africano que te entretiene más de lo que el sentido común aconseja sin motivo ni razón. Luego, el coche llega. Y con él las tres horas de carretera imposible -pero rabiosamente bella- que nos separan del hospital. Baches, charcos y polvo en medio de la oscuridad. Y es que en Sierra Leone no hay electricidad -sólo en Freetown y en las casas de algunos privilegiados que tienen generadores propios-. La luz tenue de la luna deja intuir los contornos de los cocoteros mientras que el resplandor de las hogueras nos permite ver un poco más allá. Las llamas iluminan las caras de familias enteras reunidas alrededor. Y en algún punto entre la mirada de un niño y el silencio ensordecedor de la sabana, decido que África me gusta. Sin más.
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