domingo, 7 de diciembre de 2008

Y de repente, el mar


Ya he llegado a Tom Sai –o lo que es lo mismo, a la playa-. Y eso significa:

Uno.- Que llevo una cara de feliz todo el día que es para verla.

Dos.- Que me he pegado el primer chapuzón en cinco meses –el primero en Tailandia en nueve, el primero en Tom Sai en un año y y diecisiete días- Un baño, por otro lado, totalmente pasado por agua. Y no es ninguna obviedad: es que llovía mientras nadaba. Pero no podía esperar.

Tres.- Que me he comido mi primer mango sticky rice a lo dominguero total sobre la arena –me había estado reservando para este momento; un mango sticky rice no sabe igual si uno no se lo come en la playa-.

Cuatro.- Que tengo un bungalow fantástico, aunque no tengo hamaca. Esto me agua un poco la fiesta. En cuantro encuentre una, me la compraré.

Cinco.- Que he oído mi primer gecko en mucho tiempo. Me he dado cuenta de que los había añorado sin saberlo.

Seis.- Que he estrenado mi nuevo bikini y mi ropita playera. Eso si es amortizar.

Siete.- Que soy feliz (¡Ah! ¿Que lo había dicho ya?)

Ocho.- Que me voy a tomar unas birras ahora mismo en cualquier chill-out a pie de playa con mi nuevo colega africano-indio-inglés.

Nueve.- Que me voy, ¿eh?

Diez .- Venga... ¡Adiós!