lunes, 2 de agosto de 2010

Tercera primera cita

Es la tercera vez que aterrizo en India procedente de España. Es mi tercera primera cita con este enigmático país capaz de despertar las emociones más dispares: lágrimas, miedo y asombro la primera vez; sonrisas, tranquilidad y más asombro la segunda: y algo parecido a la normalidad (y una pizca de asombro) la tercera. En esta ocasión, la tierra del caos me acoge dócil y serena.

Mi reencuentro has sido como el de los viejos amigos que tras una larga separación se encuentran y descubren, con sorpresa, que nada ha cambiado entre ellos. La India sigue tal y como la dejé; y yo sigo tal y como me dejó ella. Al menos, por lo que nuestra relación se refiere. Sigo adorándola y odiándola a partes iguales. Y ella continúa poniéndome trabas y regalándome momentos inolvidables. La única diferencia es que, esta vez, acojo sus maravillas y sus sinsabores con una naturalidad mucho más desarrollada, fruto de un pasado en común que me lleva a anticiparme a sus -buenas y malas- sorpresas.

A modo de titular y despedida, únicamente decir que hay tantos perros callejeros como recordaba, menos vacas y más cláxones. El calor es sofocante pero no tanto como se había encargado de registrarlo mi memoria. Los indios me siguen con la mirada a todas partes. Y la mierda continua amontonándose en las esquinas.