Ayer se lo contaba a Marjin: cuando hace mucho que no hablo castellano, me parece oirlo en todas partes, en boca de los locales, sea cual sea el país donde esté. En Filipinas era normal: tienen multitud de palabras españolas herencia de una colonia de muchos años. Pero en India no. Y anteayer volvió a pasarme. Paseaba por el pueblo y de repente oí hablar castellano tras de mí. Tuve que girarme para comprobar que eran dos indios de mirada oscura y ropas andrajosas en lugar de los paisanos que yo había imaginado. Y hablaban hindi, por supuesto. No había sido más que una mala jugada de mi subconsciente.
Lástima. A veces uno necesita hablar su propio idioma. En ocasiones, uno lo rehuye -quiere practicar inglés, conocer gente diferente, alejarse un paco más del país del que ya se ha distanciado fisicamente-; en otras, se añora y se busca, se sueña y se quiere. Yo llevaba varios días sientiéndome así. A la caza de un español -o latinoamericano, en su defecto- con el que poder entretener una tarde sin tener que esforzarme demasiado pensando qué quiero decir y dando rodeos para lograrlo.
Ayer la suerte estuvo de mi lado. Comía en la terraza de mi Guest House cuando aparecieron dos chicos y una chica. Hablaban inglés, pero sonaba como si aquel no fuera el idioma nativo de ninguno de ellos. Yo seguí leyendo -no acostumbro a abordar a los guiris por muy desesperada que esté-. Pasaron varios minutos, media hora quizás. Yo notaba como uno de ellos, sobre todo, me miraba a menudo -sin atreverse tampoco a preguntar sobre mi nacionalidad-. Finalmente nuestras miradas se cruzaron en algun punto a medio camino entre nuestras mesas y me hizo la pregunta mágica: "¿Eres española?". Sonreí. Por fin.
Hablamos y hablamos, como si quisieramos agotar todas las palabras del diccionario español en unas horas. A él le sucedía lo mismo que a mí: hacía mucho que no daba con una compatriota. Por cierto, es de Madrid y se llama Alberto. Lo supe cuando nos despedíamos. Aquí, las presentaciones se hacen siempre al final. Extraña costumbre entre viajeros.