Bon Nadal. Aunque aquí la blanca Navidad lo es sólo por el color de la arena de la playa y las fechas señaladas no son sino otra excusa más para alargar la noche hasta la madrugada -entre cocoteros, buckets y nuevos amigos-. La Navidad aquí no existe. Imposible. ¿Cómo sentir el espíritu navideño a 40 grados, en bikini y en la playa? Muchos preguntan si no me añoro en esta época del año estando tan lejos. La respuesta es siempre contundente: NO. Quizás si estuviera en Londres -por poner un ejemplo-, sola, pasando frio y rodeada de lucecillas de colores por todas partes, gente comprando compulsivamente y familias juntas de paseo... quizás es ese hipotético caso algo de nostalgia me atizaría las entrañas sin remedio. Pero no aquí.
Lo celebramos a nuestra manera -del mismo modo que acostumbramos a celebrar tantas otras noches en la isla que no cuentan con ninguna festividad en el calendario-. Cené con unos cuantos colegas y unos muchos desconocidos en el bungalow de un instructor de apnea peruano. Y de allí, a la playa. A beber, a clarlar, a bailar descalzos y con lo pies cubiertos de arena hincados en el agua. Como tantas otras noches. Como el año pasado. Como siempre.
La Navidad en Koh Tao no cambia nada. Afortunadamente.
Lo celebramos a nuestra manera -del mismo modo que acostumbramos a celebrar tantas otras noches en la isla que no cuentan con ninguna festividad en el calendario-. Cené con unos cuantos colegas y unos muchos desconocidos en el bungalow de un instructor de apnea peruano. Y de allí, a la playa. A beber, a clarlar, a bailar descalzos y con lo pies cubiertos de arena hincados en el agua. Como tantas otras noches. Como el año pasado. Como siempre.
La Navidad en Koh Tao no cambia nada. Afortunadamente.