martes, 28 de octubre de 2008

El intruso a medianoche

Realmente no fue a medianoche, pero me he permitido la licencia -¿poética?- de titular así, porque "madrugada" me rompía el ritmo. Pero sucedió de madrugada, a eso de las cuatro, cuando yo estaba profundamente dormida -y lo sé porque soñaba: con K, con su ordenador o con el mío, con una llamada telefónica temprana-.

Ya tenemos el escenario: cuatro de la mañana, una habitación en el tercer piso de una Guest House situada en algún punto de Chiang Mai, una chica -presente- durmiendo semidesnuda sobre una cama king size. Y de repente algo sucede que la arranca del sueño de cuajo. Se despierta sobresaltada, mira instintivamente hacia el lugar del que proviene el ruido. Y lo ve. La puerta de la habitación está abierta y hay un tío en el umbral. Se asusta. Se tapa como puede con la manta que se amontona arrugada a sus pies y le chilla algo ininteligible incluso para ella misma con el único objetivo de que el tipo se marche. Está medio dormida y le cuesta comprender. Pero el tipo no se marcha. Sigue ahí, perplejo, mirándola sin saber muy bien que hacer. Cerrar la puerta e irse sería una buena opción. Pero está demasiado borracho o demasiado excitado por la imagen medio desnuda de ella como para hacerlo. Ella gatea sobre la cama hasta alcanzar el interruptor de la luz. La enciende. Y el tío sigue ahí. Ella le grita un contundente "Go out" y él, todavía sin moverse, sólo acierta a disculparse con un "Sogggrrry, I made a mistake" pronunciado de esa manera que sólo los franceses -seguidos por los israelíes- saben hacer.. Gabacho. Gabacho tenía que ser.

Ella cierra la puerta de un portazo sin responder y se mete en la cama con el corazón palpitándole en la garganta, en las ingles, en los dedos de los pies. Tras un par de minutos, unos gemidos en la habitación contigua le impiden volver a conciliar el sueño. Por lo visto el chico ha encontrado a la chica que buscaba. Hay que joderse.