miércoles, 12 de noviembre de 2008

Loi Krathong o el por qué de ser romántica

Ayer hice la cursilada del año -he llenado el cupo, hasta el 2009 nada-. Y ya sabéis que yo soy poco dada a romanticismos y pamplineces innecesarias. Que soy sensible, sí, cariñosa, también, pero los ramos de flores, la cenitas a la luz de las velas y los besitos sobre la Torre Eiffel me dan hurticaria. Y sin embargo ayer, yo y todas mis manías, nos subimos de la manita sobre un barco con cena, velas, música y demás, surcando Chiang Mai bajo mil constelaciones de globos encendidos y compartiendo agua con innumerables barcos florales portando incienso y llamas.

Todo tiene una explicación. No es que me quiera justificar, es que la tiene. Se acercaba Loi Krathong, el festival budista de las luces en el que se rinde homenaje a los dioses del agua. Sebastian –un colega alemán de 22 años que lleva uno y medio viajando por Australia y Asia- y yo queríamos un buen sitio para verlo y pensamos en reservar mesa para ese día en uno de los restaurantes ubicados a pie de río. Pero no reservaban mesa en el local, nos dijeron, sólo si queríamos cenar en el bote que recorría el río. Pensamos que sería una buena posición, como tener butacas en tribuna ante un Barça-Madrid, ya me entendéis. Y dijimos que sí.

Y ayer era el día del inicio del festival, el día cuya mesa en el bote estaba reservada. Fue bonito, tengo que reconocerlo. El Loi Krathong siempre lo es –el año pasado ya tuve la suerte de vivirlo en Chiang Mai también-. Fuegos artificiales por todas partes, los monjes jóvenes tirando petardos en cualquier rincón, centenares de globos de papel encendidos com estrellas gigantes en el cielo, barquitos de flores con velas navegando por el río. La gente en la calle, la rua, la fiesta, la alegría tangible, densa, casi material flotando en el ambiente. Y nosotros ahí, sobre el barco, testigos privilegiados de todo, sonrientes y despreocupados, con nuestra thai food, nuestra cerveza –sólo faltaba el cigarro-.

Hoy repetimos, pero a pie de calle, entre el mogollón, para vivirlo de un modo más real y menos apartado. Todavía tengo que poner mi barquito encendido sobre el río y lanzar mi globo al cielo –y con él todas las cosas negativas del año pasado-. Sin ello, el Loi Krathong no está consumado.

Pero que quede clara una cosa. Sólo fui romántica por necesidad, ¿entendido?. Que una tiene una reputación que mantener.

3 comentarios:

Ekeko dijo...

No te justifiques !!!!!!!!!!!!!!!!!! lo hecho hecho está y tu fama no va a cambiar por un paseo por el rio.Conozco mogollon de gente que es HIPOCRITA de verdad,que crtiva algo pero luego no puede prescindir de ese algo.Seguro que tu también conoces a los "iluminados" que llegan a Kao San Road y se disfrazan para integrarse pero luego son INCAPACES de hablar copn la gente,comer con ellos,vivir con ellos......usan su disfraz y se refugian en su hotel con su bar,su ducha......no seas boba. Darle una alegria al cuerpo y a la mente de vez en cuando no te va a cambiar.Si no lo hubieras hecho no serias Olga.
HASTA PRONTO !!!
P.D.
El 11 de diciembre llegaremos a Langkawi y nos quedaremos hasta primeros de enero o sea que ERES BIENVENIDA CUANDO QUIERAS !!!

Garbí24 dijo...

I si el romanticismo fuera eso : Sentirse bien , comoda , un barquito con luz , un globo al aire , hacer lo que te plazca ...........
Creo que el romanticismo es diferente para cada persona , no megustan las cursiladas pero tampoco me asusta el romanticismo.
Sigo tu viaje , me encanta ese punto de aventura .

Olga Moya dijo...

Pretendía ser irónica, pero veo que no se ha pillado... E igual que un chste sin carcajadas, un chasacarillo sin media sonrisa me deja a medias... a la próxima tendré más éxito.