lunes, 8 de noviembre de 2010

A mis amigos

A los que siguen ahí y a los que dejé por el camino. A los que tuve que dar las gracias y a los que me pidieron perdón. A los de los sábados noche y a los de los domingos tarde. A los de los cafés y a los de los gin-tónics. A los que me hicieron reír y a los que me hicieron llorar. A los que están cerca y a los que están lejos. A los que son como hermanos. A los que me hacen de padres. A los que además de amigos, fueron amantes. A los que pasaron por alto que un día me equivocara con ellos y a los que nunca me han podido perdonar. A los que han crecido conmigo. A los que aguantaron mi energía adolescente. A los que me hicieron compañía en el bar de la universidad. A los que se alegraron de mi primer empleo. A los que me apoyan ahora que ya no lo tengo. A los que están viviendo la crisis de los 30 junto a mí. A los que vendrán. A los que me quieren y a los que se dejan querer. A los que viajaron conmigo. A los que se leen mis artículos. A los que llamé a las tres de la madrugada de un miércoles cualquiera y me cogieron el teléfono. A los que supieron pararme los pies cuando estaba yendo demasiado lejos. A los que me animaron cuando me estaba quedando corta en esfuerzos. A los de los abrazos reconfortantes y a los que no saben abrazar. A los que siempre están. A los que me han decepcionado. A los que se han sentido defraudados por mí. A los del colegio, a los del trabajo, a los del gimnasio, a los de Jamboree, a los de Playa de Aro, a los de la universidad. A los que me han traicionado. A los que ponen la mano en el fuego por mí. A los que han caminado a mi lado en algún rincón asiático. A los que estaban cuando me fui y a los que seguían ahí cuando regresé. A los que sé que siempre estarán. A los de Koh Tao. A los que se propusieron animar una tarde para el olvido y lo consiguieron. A los que me dicen “te quiero” y a los que no lo dicen jamás. A los que hacen cómodos los silencios. A los que me recomiendan libros. A los que me llaman unicamente para saber cómo me va. A los de para lo bueno y para lo malo. A todos. A los de ayer, a los de hoy y a los de mañana. Porque hoy me he levantado con ganas de evidenciar lo evidente. A mis amigos, sin más.