viernes, 3 de septiembre de 2010

Koh Tao (el reencuentro)

Temía y esperaba mi llegada a Koh Tao a partes iguales. Mis ganas por volver a enterrar mis pies en la arena de sus playas sólo podían compararse al terror por sentirme fuera de lugar tanto tiempo después o -peor todavía- por redescubrir que aquella burbuja de la que ya consiguiera salir volvía a atraparme entre sus buceos tempraneros, sus cervezas de media tarde y sus noches estrelladas de jungla rugiendo y deuvedé. Koh Tao, sin embargo, no está siendo ni lo uno ni lo otro. Está siendo mucho más -o mucho menos-. Está siendo, por ejemplo...

… unas lágrimas al ver su línea de costa desde el ferry
… sentir que nunca me he ido o que jamás he acabado de volver
… un desayuno en el bar de siempre disfrutándolo como nunca
… bucear por placer
… una marea de recuerdos que no ahogan
… sentir que estoy de nuevo en mi mundo y que estoy fuera de él
… saludar a los que estaban hoy y que seguirán estando ayer
… ir de ruta por mis restaurantes favoritos
… regresar a Aow Leuk y ser feliz
… que llueva a mares sobre la jungla y vivirlo como si nunca hubiera visto llover
… abrazar a aquellos que querría tener cerca y que tengo lejos
… descubrir que podría volver a vivir aquí perfectamente y darme cuenta de que necesito algo más dos minutos después
… amar la isla como amo pocas cosas en la vida
… concluir que soy una tipa complicada
… besar a mi chico en la playa y pensar que mi paraíso está donde esté él
Koh Tao. La isla que marcó un antes y un después.